21/05/2022

21 de mayo - Albergue Ave Fénix

 Ser peregrina y recorrer el Camino de Santiago es una experiencia única. Pero ser peregrina, y tener la oportunidad de vivir la estancia en el albergue desde el otro lado, haciendo de voluntaria ni que sólo sea por un día, no tiene precio. Y si el albergue es Ave Fénix  puede convertirse en una vivencia inolvidable.

Albergue Ave Fénix

Ayer  ya comenté que, mientras estaba de tertulia con unos peregrinos, junto con los hospitaleros de Ave Fénix, éstos me ofrecieron la posibilidad de quedarme en este albergue unos días. Está claro que no puedo quedarme unos días, pero acepté encantada pasar un día con ellos. Jesús Jato, el dueño, estuvo de acuerdo. Siempre van bien un par de manos extras, comentó. Y para mí, fue algo que jamás olvidaré.

Mi tarea sería la de ayudar a los hospitaleros durante toda la jornada. Eso representaba que, a las cinco y media debía estar en pie, pues las puertas del albergue se abren a las seis, y se prepara desayuno para los que quieran salir con algo en el estómago. Se cocinan huevos fritos y se preparan tostadas y café, y se dispone todo en una mesa, junto a galletas, mantequilla mermelada de producción propia, pan, fruta, leche... Todo a donativo.

Un poco antes de las seis empiezan a bajar los peregrinos. No todos se quedan a desayunar, pero un buen número de ellos sí lo hacen. Ayudo a preparar café, a recoger platos y luego a limpiar y ordenar todo.

Interior del Albergue Ave Fénix.

Cuando todos han marchado toca una profunda limpieza de todas las instalaciones. Y el trabajo no es poco. Deshacer camas y lavar sábanas (que aquí las utilizan de tela), fregar suelos, limpiar baños, el comedor... Y sin darme cuenta empiezan a llegar los primeros peregrinos a los que atender (inscribir, alojar e informar de las normas y servicios). También hay que atender el teléfono: básicamente reservas para los próximos días. Uno de los hospitaleros es el encargado de la cocina. Hoy tocaba crema de verduras, elaborada con verduras del huerto del que se cuida el mismo Jesús Jato, con la ayuda de gente voluntaria, claro. 

Nosotros hemos comido justo antes que empiecen a reclamar comida los primeros peregrinos. Luego ya no queda tiempo: ayudar a servir, a recoger las mesas y a limpiarlo todo.

Por la tarde, el mejor rato, tomando unas cervezas, charlando con peregrinos, hospitaleros, y algunos peculiares personajes que suelen darse cita a diario en este sitio, a semejanza de los antiguos cafés literarios... Uno de los más sorprendentes es Ramón Cela, fotógrafo nacido en Villafranca del Bierzo.


RAMÓN CELA:  Ramón Cela es un referente de Villafranca del Bierzo y un hombre de mundo. Es de ese tipo de personas que se mantiene arraigado a la tierra, comprometido con causas solidarias y culturales, como la Cruz Roja comarcal o la tradicional fiesta de la Poesía y que cámara en ristre ha retratado, por poner un ejemplo, un amplio elenco de los ballets rusos. Ha cultivado el retrato, de gentes del Bierzo y de otros territorios, y ahora regala instantáneas de flores en sus post en las redes sociales. Todo empezó porque su madre le regaló una cámara cuando se graduó en el Bachillerato. La escritura y las ganas de contar historias le han llevado a escribir la que vivió su paisano Joaquín Montaña González con la División Azul.

Publicado en Diario de León 18/06/2018


Y si os interesa conocer más de este singular personaje, clic en este enlace:

  RAMÓN CELA


También está Riccardo Puelli, para el que se abrió la Puerta del Perdón de la Iglesia de Santiago, al haber sufrido una caída que le impedía seguir y llegar hasta Santiago de Compostela.

Se abre la Puerta del Perdón de Villafranca para un peregrino accidentado. Con un privilegio concedido por bula papal comenzó una tradición secular que convierte a Villafranca del Bierzo en un lugar especial y único para los peregrinos que realizan el Camino de Santiago. Solo aquí, además de en Compostela, se puede obtener el Jubileo. Para ello es preciso atravesar la Puerta del Perdón del templo románico de Santiago. Y para que esta se abra hay que demostrar haber superado una distancia concreta del trazado jacobeo y estar impedido para seguir adelante. Pocas veces sucede lo dicho y ayer fue una de ellas. El peregrino italiano Riccardo Puelli logró las Indulgencias Plenarias a última hora de la tarde, después de varios días aguardando tal paso en el albergue Ave Fénix. Allí llegó tras pasar por el Hospital El Bierzo después de sufrir una caída en la bajada de Foncebadón.

Riccardo Puelli, de 72 años, viajó a España con el propósito de completar el Camino Francés entre León, de donde partió, y Santiago, a donde pretendía llegar; pero una caída truncó sus planes y acabó en Urgencias del centro asistencial berciano con un golpe en la cabeza y una lesión en la rodilla que le impide caminar, salvo que lo haga ayudado de dos bastones y un hombro en el que apoyarse. Así, sujetado por dos personas y visiblemente emocionado, fue como Riccardo Puelli superó el tramo de escaleras que separa la calzada de la Puerta del Perdón ante los ojos del párroco que acaba de golpear varias veces el portón con la palma de la mano para después abrirlo, no sin dificultad.

Publicado en Diario de León 16/05/2022


Sea cómo sea, pasé una tarde maravillosa, empapándome de historias y conocimientos. Y ya llegó la hora de empezar con la cena. Es una cena comunitaria, en la que los peregrinos se van sirviendo ellos mismos, pero hay que prepararlo todo, y volver a limpiar... en fin, que tal vez, los peregrinos, no nos damos cuenta del gran esfuerzo que hacen hospitaleros y voluntarios para mantener en óptimo estado las instalaciones de los albergues, y tener todo a punto para intentar satisfacer todas nuestras necesidades. Y todo voluntariamente, por amor al Camino de Santiago y a los peregrinos.

Jesús Jato, en el centro, y Jose

Una de las mejores experiencias de mi vida...

Ahora tendré que reestructurar un poco las etapas que me quedan, puesto que sí o sí deseo estar en Santiago de Compostela el próximo día 28 (algo muy importante va a suceder este día... 😉), pero lo voy a dejar para mañana. Estoy cansada y mañana tengo por delante una etapa durilla, la subida a O Cebreiro... Mañana más.

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