De nuevo depende de muchos factores, entre ellos la época del año en que hagas el Camino de Santiago. Pero en todos los casos hay una norma básica: el menor peso posible, y que este peso nunca supere el diez por ciento del peso de tu cuerpo. Por lo tanto, si pesas 70 kilos, el peso de la mochila no debería exceder, en ningún caso, los 7 kilos de peso. Y eso engloba la mochila, saco de dormir, ropa y lo imprescindible, comida y agua. ¿Imposible? ¡De ninguna manera! Pero tampoco digo que sea cosa fácil.
Pero vamos por partes. Lo primero de todo, la mochila.
Hay un sinfín de modelos, tipos y colores de mochilas en el mercado. Pero para hacer el Camino de Santiago entero, con la mochila sobre nuestra espalda, hay que tener en cuenta algunas cosas.
Época del año: según en qué época vayas a hacer el Camino, necesitarás un tamaño u otro de mochila. Por lógica, en verano pasarás con una mochila chiquitita en la que te quepa la poca ropa que llevarás y que gracias a su poco peso te permitirá caminar mejor.
En invierno, sólo por el volumen de las prendas y el saco de dormir, necesitarás un tamaño más grande, aunque eso no quiere decir que te tengas que pasar de peso...
Tamaño: cuánto más grande, más pesa y más la vas a querer llenar, por lo que tendrás que ingeniártelas para comprimir lo que te vayas a llevar y utilizar la mochila más pequeña y ligera que puedas. Hay varios tamaños de mochilas. Lo normal, a la hora de hacer el Camino de Santiago, va de los 35 litros, ideal para el verano, en que llevarás muy poca ropa, y los 50 litros o más para el invierno. El modelo y los colores... a tu elección.
Analicemos los tamaños:
35 litros, para época estival, primavera-verano o verano-otoño. No cabe mucho, en su interior. Y tal vez tengas que llevar alguna cosa colgando en el exterior. La comida, o la chaqueta que llevabas a primera hora. Pero si sabes escoger lo imprescindible para meter dentro, seguramente consigues meterlo todo y que su peso no exceda de los 6 kilos. El sueño de todo peregrino...
40 litros, para primavera u otoño. Esta pequeña diferencia de capacidad te permitirá embutir en su interior alguna prenda de más abrigo. un pantalón largo y una camiseta técnica de manga larga, o un polar finito, por ejemplo...
45 litros, también para primavera u otoño, pero ideal si la previsión del tiempo a largo plazo es de frío o mucha lluvia.
50 litros, sería la ideal para invierno. Debería ser suficiente para meter todo lo que vas a necesitar en tiempo de frío y lluvia.
55-60 litros, igual que la de 45 litros, ideal si la previsión del tiempo es de mucho frío i/o mucha lluvia o nieve. Y en esta época sí que tendrás que afinar mucho para no pasarte con el peso, puesto que nadie se queja cuando consigue que su mochila pese poco, pero cuando el peso es excesivo... no son pocos peregrinos los que han tenido que facturar cosas a su casa a las pocas etapas, o dejarlas en algún albergue, por no poder cargar con tanto peso. A parte del riesgo de lesiones en espalda o pies.
Y ya puestos, procura que su material de construcción sea lo más liviano posible. Hay mochilas muy grandes que, por la ligereza de sus materiales, pesan muy poco
Eso sí, a lo que no puedes renunciar de ninguna manera es a la calidad de las sujeciones, comodidad y protecciones.
Cinchas: imprescindible que todas sus cinchas se puedan graduar y queden lo más fijas posible. Cintura y hombros deberán estar acolchados para evitar que el peso y las horas que la cargues a tu espalda te puedan lesionar o causar dolorosos roces. La cincha pectoral te ayudará a mantenerla equilibrada y pegada a tu cuerpo. También deberá ser de tu talla, y si puede ser específica para tu sexo, mejor que mejor.
Elegir mal la mochila o que pese demasiado, te puede arruinar el Camino. Piensa que todo este peso acaba repercutiendo en caderas, rodillas y pies...
Costuras y cremalleras, deben ser resistentes y de buena calidad. No es plan que a los pocos días de caminar, algunas cremalleras queden abiertas, o se te abra alguna costura. ¡Vaya desastre!
Bolsillos: tampoco deberás renunciar a una buena cantidad de bolsillos interiores y exteriores. Laterales para tener lo más importante a mano, superior (en la tapa) para mapas, guías y papeles varios, y un compartimiento inferior, que se abra desde el exterior, para llevar el saco y la capa y no tener que vaciar toda la mochila cada vez que los necesites. Las cinchas para amarrar los bastones también son importantes, para tener las manos libres cuando no te los necesites.
Impermeabilidad: cómo no, que sea impermeable o que tenga un buen protector bien ajustable a ella para protegerla de los días de lluvia que, seguro, vas a tener.
Yo elegí llevar una mochila de 50L. Tras la experiencia, reconozco que cometí un error. Con una de 40L hubiera tenido suficiente. |
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