02/06/2022

Día 2 de junio - 35ª etapa - Cee - Fisterra

 A parte de la llegada a Santiago de Compostela, esta es la etapa más emotiva y espectacular de mi aventura. Si al llegar a Santiago ya me sentí muy feliz y satisfecha, acabar de llegar al mar, al océano Atlántico, al Faro de Fisterra... es sentir que he alcanzado con éxito todos mis objetivos.

Kilómetro 0.000- Reto superado!

Hoy etapa de auténtico lujo. Todos los detalles en este enlace, y tener en cuenta que Cee está unos dos kilómetros antes de Corcubión. El total que yo he hecho son apenas catorce kilómetros.

CEE - FISTERRA     

Claro que el auténtico final de la etapa y del Camino no está en la población de Fisterra. Para llegar al kilómetro 0,000 hay que caminar los 3,2 kilómetros que faltan, desde el centro de la población, hasta el Faro de Fisterra, por la tarde, y disfrutar de la puesta de sol, con toda su carga simbólica y emocional de auténtico final; final del día, del Camino, de la aventura vivida, de un ciclo de muchos días que han marcado mi vida para siempre. Éste es el último tramo...

FISTERRA - FARO DE FINISTERRE

Empiezo la jornada con una suave llovizna, pero no tarda en escampar, serenarse y lucir un día espléndido. Los paisajes son magníficos. La etapa de hoy transcurre por la orilla del mar, pasando por calas, playas, y pueblos de gran belleza. Rincones en los que descubro, en armoniosa combinación, construcciones muy antiguas, muchos hórreos, y zonas de nueva construcción. 

Iglesia de San Marcos, en Corcubión.

Salgo de Cee dispuesta a disfrutar hasta el último paso de mi Camino. Cruzo toda la playa de Cee, atravieso Corcubión hasta la iglesia de San Marcos y las flechas amarillas me van guiando. Por un estrecho y encajonado sendero, entre muros de piedra, llego a una pista con un tramo en fuerte ascenso, desde donde tengo unas maravillosas vistas de toda la Ría de Corcubión. Paso por el pequeño núcleo de O Vilar y el camino se aleja del mar, pero no tarda en volver a la costa, en la Ensenada de Sardiñeiro. Magníficas calas, playas y pequeños pueblos.

La costa esconde rincones maravillosos...
Y hórreos, muchos hórreos...
Creo que podría seguir por la costa, a tocar del mar, por caminos más o menos transitables, aunque las flechas indican una pista por el interior, más o menos en paralelo a la carretera. Pero miro un mapa y veo mucho más cómodo hacer el trayecto que me falta por la carretera, no es mucho trozo, y me decanto por esta opción. Al poco de empezar a caminar, de un camino que sale del bosque y que viene de la costa, veo salir a un peregrino con el que he ido coincidiendo desde Roncesvalles. Es... creo que alemán, no nos entendemos mucho, sólo lo justo, pero me hace entender que él intentó ir por el camino costero, hasta que éste se perdió y tuvo que subir hacia la carretera, remontando un considerable desnivel. A veces mi voz interior acierta en las decisiones...
El chico se adelanta, va más rápido que yo, pero no tardo en encontrarlo de nuevo, extasiado en un nuevo mirador, con una sorprendente vista de la Playa de Langosteira, la población de Fisterra, y el Cabo Fisterra, con el Faro...

Al fondo, el Cabo Fisterra. ¡Ya estoy aquí!

La alegría y la felicidad desbordan todo mi ser. No sé si reír o llorar... ¡lo he conseguido! Me propuse un reto, ir de Roncesvalles a Santiago de Compostela en treinta y un días, y si me sentía con fuerzas llegar hasta Fisterra en cuatro días más, y lo he conseguido.
A Fisterra se entra despacito, saboreando los olores, los sonidos, las vistas.
Fisterra es el final del Camino, de la Tierra... y ahora toca hacer balance. De los cientos de kilómetros caminados (casi 850), de los miedos del principio, las dudas, el cansancio, el dolor de los pies, el mal tiempo... ¡todo superado!

Puerto y población de Fisterra

Pero sobre todo es momento para recordar, a la gente, tantas y tantas personas, y sólo algunas quedarán en mi corazón para siempre.
Los albergues, sitio en el que se aprende a convivir, a compartir, y donde debemos aprender a mostrar humildad y agradecer siempre a los hospitaleros su desinteresada labor de atender todas nuestras necesidades. 
Es tiempo de agradecer a todos los que me han ayudado, con consejos, recomendaciones y palabras de apoyo.
Momento para agradecer muy especialmente a ti, Pepe, mi pareja, mi compañero en el Camino de la Vida, todas tus enseñanzas, tu respaldo y tu confianza en mi fuerza y mi empeño. Creo que sin ti no lo hubiese logrado. O tal vez sí, pero con más complicaciones, problemas, dudas... ¡Muchas gracias!
Sobre las once de la mañana llego a Fisterra. La hora perfecta para buscar la Oficina de Turismo y pedir la Fisterrana, antes de que cierren. No muy lejos encuentro alojamiento, en el albergue Arasolis. ¡Mucha atención con el albergue! Supongo que desearéis hacer como yo: ir por la tarde al faro, al final de todo, y ver la puesta de sol. En esta época y en este lugar el sol se pone a las 10'10. Aseguraros de que el albergue en el que estéis alojados se pueda entrar a partir de las 10 de la noche. Tendrá que ser en uno privado, en los públicos suelen cerrar puertas y luces a las diez. En este enlace toda la información del que yo elegí, muy bien situado, cerca de la carretera que sube al faro, y con un trato excepcional. Un gran abrazo para Juan "el Gato" Toda la información en este enlace:


Y por la tarde, con tiempo suficiente de hacer el recorrido con calma y de buscar el sitio ideal, me encamino al Faro. A parte del edificio del Faro, gran cantidad de rincones, esculturas y rituales para los que asistimos a esta puesta de sol - final de recorrido.

Una de las piras en que era tradición quemar las botas o alguna prenda de ropa.
Ahora está prohibido y se suele dejar algún recuerdo al pie de la Cruz
Busco una piedra que esté libre y tomo posesión de ella. Faltan dos horas para que se ponga el sol y la mayoría de piedras ya están ocupadas. 

¿A que parece un indio? Lo pude localizar gracias a las indicaciones 
del hospitalero de Arasolis, Juan "El Gato"

No tuve mucha suerte, con la puesta de sol. A última hora, una franja de nubes que se aposentó en el horizonte, no nos permitió ver como el sol se hundía en el abismo del mar. Pero me siento muy feliz. Sea cómo sea, para mí es el mayor de los logros.

No pude ver el sol al caer, pero fue fantástico.
¿Fin del Camino? No, de ninguna manera. Se cierra una etapa, pero se abren otras...

01/06/2022

Día 1 de junio - 34ª etapa - Lago - Cee

 Fantástica etapa, en la que con gran emoción me reencuentro con el mar, con el Océano Atlántico. Las personas que vivimos a tocar del mar, cuando pasamos tiempo sin verlo, lo echamos mucho de menos... y en estos momentos en que empiezo a ver cumplida la totalidad de la aventura, la felicidad es indescriptible. 

La llegada al mar es un momento mágico.
Toda la información de la etapa en este enlace:

LAGO - CEE

También en esta ocasión modifiqué el final de la etapa. Las guías oficiales la finalizan en Corcubión, dos kilómetros más adelante de Cee, pero si lo hago así quedan dos etapas muy descompensadas. La de Lago a Corcubión con veintisiete kilómetros, y la de Corcubión a Fisterra con sólo doce kilómetros.  Por lo tanto dejo la de hoy en veinticinco y la de mañana en catorce (más los tres de ida y tres de vuelta al faro, que mañana ya comentaré). Sigo diciendo que cada uno tiene la libertad de adaptar las etapas a su gusto. Por aquí hay muchos albergues y muchos menos peregrinos que antes de llegar a Santiago.

Pero no nos avancemos y disfrutemos hasta el último paso.

Cuando me dispongo a salir del albergue, cae una cortina de lluvia que nos hace permanecer a todos los peregrinos a cubierto, en el albergue, esperando a que afloje un poco. Imposible salir con tal cantidad de agua... Por fortuna no dura mucho y en cuanto baja la intensidad de la lluvia, salimos todos, y parece que la suerte nos acompaña, pues no vuelve a llover en todo el día. Eso me permite hacer fotos y disfrutar del paisaje con calma.

Sobran las palabras...

El paisaje sigue siendo mayoritariamente rural, con pequeñas pedanías o núcleos de muy pocas casas, alternando con alguna población un poco más grande. Me encantan las construcciones antiguas (muy antiguas) con que me voy topando. Casas, iglesias, hórreos...

Hórreos muy antiguos que conservan su estructura tradicional.

Hoy no hay grandes desniveles, sólo suaves ondulaciones, sólo destacar la dura bajada a Cee. El tiempo me acompaña, y las ganas de llegar, también, por lo que voy a buen ritmo.

Justo al pasar la población de Hospital, en una rotonda, encuentro una bifurcación del Camino a la que hay que estar atentos y decidir qué hacer. Hay dos opciones, y las dos son buenas. Una es ir primero a Muxía y luego a Fisterra, y la otra es ir directamente a Fisterra y luego a Muxía. Yo opto por ir a Fisterra.

A Fisterra o a Muxía. Las dos
opciones son buenas.
Ya en dirección a Fisterra, disfruto de espléndidos paisajes. Sigo casi en solitario. Qué diferencia con las etapas previas a la llegada a Santiago, en las que caminábamos casi todos en fila india, con estas últimas etapas hasta Fisterra, casi en solitario. 
En Figueiroa, en una encrucijada de caminos conocida como Marco do Couto, posiblemente se sitúa la mítica aparición del Vákner, una terrible bestia antropoide, similar a un hombre lobo.

Escultura representando al monstruo Vákner.

Son tierras de muchos mitos y antiquísimas leyendas, tierras en las que se mezcla la religión con las tradiciones y las leyendas cuyo origen se pierde en los albores del tiempo...
Sigo caminando, paso por el área recreativa Virgen de las Nieves, donde paro un ratito a comer un poco, y ya enfilo los últimos kilómetros, que cómo siempre son los más largos, los que parecen no acabar nunca.

Me permito un rato para disfrutar de la compañía de este pajarillo...

Cuando llego a la capilla de San Pedro Mártir se inicia una pista ya hasta Cee, que es utilizada por los habitantes de esta población para subir en peregrinación a rezar a este Santo, y que me hago a la idea de que no puede ser muy largo el camino. Unos tres kilómetros, más o menos... pero la cruda realidad se impone. Cómo cada día, al final me fallan todas las previsiones o por lo que sea se me hace largo, largo.

Con el mar a la vista, se olvidan todos los males.

Y hoy no podía fallar. No son tres, son seis, los kilómetros que faltan para llegar a Cee, y los últimos cuatro kilómetros en fuerte descenso. Algunos tramos de este vertiginoso descenso llegan a hacerse un poco pesados... Pero ya con las primeras vistas del mar y la ilusión de llegar mañana a Fisterra, llego al pueblo sin mas complicaciones.
Me alojo en A Casa da Fonte, un albergue y un trato excepcional. Toda la información del albergue la encontraréis en este enlace:


Ya alojada, duchada y relajada, aprovecho la tarde para dar una vuelta por esta magnífica población.