Esta es una de las primeras preguntas que solemos hacernos. Y para mí sólo hay una respuesta: las dos opciones son buenas.
Vamos a analizar detenidamente las dos opciones en base a mi propia experiencia, los pros y los contras, y a eliminar mitos y leyendas urbanas.
El Camino de Santiago en grupo. Ventajas.
Pequeño grupo de peregrinos. |
Mi primer encuentro con el Camino de Santiago fue formando parte de un grupo de ocho personas. Desde hacía tiempo, uno de mis compañeros nos decía que, en cuanto se jubilara, haría el Camino de Santiago. El último año de su vida laboral ya lo dedicó a recopilar todo tipo de información y a empezar a planificar las etapas y a soñar con el momento de empezar esta aventura. A soñar con el "Camino de las Estrellas". Cuando nos reuníamos, no dejaba de explicarnos historias y leyendas, mostrarnos fotos y comentarnos la ilusión que le hacía hacer el Camino de Santiago. No tardó en contagiar a todo el grupo esa ilusión y esas ganas de recorrer unos caminos y unos pueblos tan cargados de historia.
Él se cuidó de todo lo referente al transporte al punto de inicio, reservas de alojamientos, etapas... ¡Todo! Menudo crack! Y también fue él quien decidió que el grupo fuera de ocho personas. Decía que este era un número de personas manejable, y que ofrecía ventajas a la hora de reservar compartimentos en el tren o habitaciones en albergues o pensiones. Eso significaba que los demás integrantes del grupo no tuvimos que preocuparnos de nada, sólo de nuestro equipo personal y de pasarlo bien.
Otra ventaja que ofrecía el grupo era que siempre tenías a alguien a tu lado en los momentos en que te asaltaba alguna duda, de logística, de normas de los albergues, de perderse en los caminos, o de cómo curar correctamente una ampolla... entre todos se solucionaba todo. Entre todos se decidía y planificaba todo lo referente a donde ir a comer, qué visitar, el ritmo de las etapas o cuando parar a descansar. Al ser gente que nos conocíamos desde hacía mucho tiempo, había confianza entre nosotros. Hablábamos mucho, reíamos sin parar y lo pasamos muy bien. También compartíamos los posibles momentos de morriña, momentos en que encuentras a faltar tu casa, tu familia, tu zona de confort...
Compartíamos todo. Alojamiento, mesa a la hora de comer, paseos... éramos como una manada. Pocas veces nos separábamos. Lo pasábamos genial.En grupo y con todo organizado... |
Y ahora sus contras.
Y el principal es que siempre vas supeditado a la voluntad del grupo. Imaginemos que en un momento dado, un componente del grupo tiene ganas de ir a visitar una iglesia o cualquier punto un poco alejado del camino y que deba desviarse para llegar. Si el grupo no lo ve conveniente o no le apetece, ¿Qué puede suceder?
Hay dos opciones. Una, el que deseaba hacer esa visita desiste, y por lo tanto se pierde una visita que seguramente jamás volverá a hacer.
Segunda, el interesado decide ir por su cuenta ese día, hacer la visita, y volver a encontrarse con el grupo al final de la etapa, con lo que este día se fragmenta el grupo y además, esa persona no es entendida por la mayoría de los demás miembros del grupo.
Esto nos sucedió la primera vez que hice un tramo de Camino en grupo. En la etapa entre Pamplona y Puente la Reina. Uno de los miembros del grupo estaba interesado en ir a visitar la Ermita de Santa María de Eunate, entre Muruzábal y Óbanos, teniendo que desviarse para ello un par de km para ir y otro tanto para volver, alargando la etapa casi 4 km, cosa que no fue del agrado del resto de los componentes del grupo. Recuerdo que este chico se separó de nosotros a primera hora, aceleró el ritmo, visitó la ermita de Santa María de Eunate, y se reunió con nosotros por la tarde, contento, muy contento.
Sin embargo, creo que el resto del grupo no le entendieron (entendimos) correctamente. No entendimos que el Camino es muy personal y que cada uno lo vive a su manera. No entendieron la importancia de hacer el Camino según lo que se sienta y se desee en cada momento. No entendieron que, a pesar de ser un grupo, hay que respetar la individualidad de cada uno.
Otro punto en contra al ir en grupo es que nos encerramos en el grupo y apenas nos comunicamos con el resto de la gente. Apenas unas pocas palabras de pasada. Y al no compartir salas con el resto de peregrinos en los albergues, aún nos encerramos mas en nuestro grupo y perdemos la esencia del camino.
Al ir en grupo solíamos compartir mesa para hacer un menú, o cocinábamos algo en la cocina comunitaria si las instalaciones lo permitían. Pero solíamos ir a lo nuestro. Ya es complicado cocinar para ocho personas, cómo para compartir cocina con otras personas. Además, en los albergues privados, la gente va a su rollo, los grupos no interactúan. En albergues privados no se suelen organizar esas comidas comunitarias en que, menos el tenedor se comparte todo.
Y hasta aquí, todo correcto. Disfrutar de la seguridad y el apoyo de un grupo, es una aventura fantástica, sobre todo para aquellas personas que no tengan experiencia en salidas o rutas de este tipo, o que teman no estar capacitadas o no tener los conocimientos necesarios para salir airosas de un proyecto cómo este.
Camino de Santiago en solitario. Ventajas.
Jamás he pensado que sea mejor o peor una forma de hacerlo que la otra. Sencillamente son totalmente diferentes. Si en su momento hice el Camino en grupo, también he tenido la posibilidad, este mismo año, de hacerlo en solitario. En solitario te hace sacar todo tu ingenio...
Es evidente que, si lo hacemos en solitario, dependemos en todo momento de nosotros mismos. La planificación, la forma física, la mochila, la comunicación con el resto de peregrinos... tendremos que hacer un gran esfuerzo para superar muchos pequeños retos, pero este mismo esfuerzo nos hará mas fuertes.
Contrariamente a lo que pueda parecer, hacer el Camino de Santiago en solitario, no significa de ninguna de las maneras estar o caminar sólo, a no ser que se desee y se busque tal cosa. Siempre estaremos rodeados de gente. Recuerdo que, en mi viaje en solitario, ya en el autobús entablé conversación con algunos viajeros. En el tren, sucedió lo mismo. Y a partir de ahí, empecé a ganar confianza en mí misma, aprendí a abrirme a los demás, a no tener miedo de esos pequeños retos que, al fin y al cabo, fueron la salsa del día a día de mi aventura.
Vamos solos, pero en los albergues nos juntamos con gente de todas las clases, ideologías, pensamientos... esto nos ofrece la posibilidad de hablar con unos y con otros, juntarnos con los peregrinos con ideas o pensamientos mas afines a los nuestros, compartir ideas, vivencias, penas o alegrías. O mantener nuestro retiro y nuestro aislamiento, para reflexionar y pensar en nuestras cosas.
Podemos compartir comidas, bebidas, y cervezas en un bar, charlas y risas, o mantenernos al margen e ir a nuestro ritmo.
En fin, que hacer el Camino de Santiago en solitario, nos da libertad para decidir cómo lo vivimos en cada momento. Y por descontado que, a no ser que así lo deseemos (y a veces es muy difícil de conseguir), nunca estaremos solos.
A veces buscamos expresamente la soledad... |
Personalmente, creo que la mayor de las gratificaciones que obtenemos es que nos hace crecer. Nos hace ganar confianza en nosotros mismos, aprendemos a resolver y a enfrentarnos a pequeños retos vitales para seguir adelante.
Y ahora sus contras.
No puedo decir que haya tenido problemas, dudas o dilemas remarcables. Pero, en mi caso, al estar fuera de casa tantos días, 41 días en total, y no tener a mi lado ciertas personas, me empezó a entrar cierto grado de añoranza. Añoraba a mi compañero, mi hijo, mi casa y mi zona de confort...
Por lo demás, no hay inconvenientes o contrariedades remarcables. Siempre encontraremos una mano amiga que nos ayude, alguien con quien conversar.
La decisión de hacerlo de una forma u otra debe ser personal y de cada uno. No debemos permitir que nada ni nadie nos corte la libertad de hacerlo como lo deseemos.
Ultreia et Suseia!
Muy acertado los pros y contras .
ResponderEliminarVolveré al Camino .
El Camino engancha y te pide más, y más...
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